Me gustaría defender ante los jóvenes la atrevida tesis de que, entre Arte y Notarios, Museo del Prado y Fundación del Notariado, no hay tanta distancia ontológica, o sea, de naturaleza. Es verdad que el Museo del Prado se dedica al arte y el arte es lo que no es útil ni práctico, sino lo que busca la belleza, lo que expresa las emociones o realidades de una manera hermosa u original; esas manifestaciones estéticas que no conducen a nada productivo y rentable salvo, eso sí, que convirtamos la obra en sí misma en mercancía y moneda de cambio. En cambio, aparentemente, el Notariado se dedica a lo práctico, a los contratos que producen plusvalías, a modificar los objetos, a transmitirlos, a realizar actos útiles para el patrimonio o la vida personal del ciudadano, a declaraciones firmes e irrefutables, útiles, en definitiva.