domingo, 6 de abril de 2014

La regeneración bien entendida empieza por uno mismo: Jornadas notariales de Málaga

Publicado en el Blog ¿Hay Derecho? el 6 de abril de 2014.

Los editores tenemos desde el principio el propósito de no utilizar este blog para fines corporativos pues, aunque varios editores somos notarios, la finalidad del mismo no es, en absoluto, profesional. Y, además, actualmente no dependemos de ningún órgano corporativo e incluso se ha incorporado recientemente una nueva editora no notaria. Pero tampoco hay que hurtar la temática notarial, e incluso es debido hacerlo cuando se trata de autocrítica, como es el caso, aunque quizá no guste a todos los compañeros. Espero que sí, porque este post es constructivo.

El caso es que los notarios –como otras varias corporaciones- también estamos necesitados de regeneración. Por supuesto, son diversos los males que nos aquejan como profesión: algunos inevitables como la crisis económica; otros difícilmente evitables, como leyes diversas que afectan a nuestra función de manera negativa; y otros perfectamente previsibles y evitables. Por supuesto, somos también conscientes que hay males que están dentro de nosotros mismos y que hay que corregir, razón por las cuales se pidió en las jornadas que se modificara el régimen disciplinario, lo que sin duda es una tarea imprescindible y urgente.
Pero, como he dicho, no vamos a usar este blog para hablar de nuestros problemas (aunque quien quiera podrá ver las conclusiones en el enlace que daré más adelante), sino de mostrar que en muy diversas corporaciones, incluso en la nuestra, se dan alguno de los males propios de las estructuras de poder que tanto combatimos en este foro. Pues lo que parece claro es que un órgano directivo eficaz, previsor y organizado podrá paliar algunos de estos males previsibles y evitables así como realizar un “control de daños” de los inevitables o imprevisibles. E incluso podrá reforzar la función con iniciativas interesante y útiles. Pero claro, para eso, como dirían Acemoglu y Robinsoncuyas enseñanzas entiendo aplicables aquí en socorrida metáfora, es necesario que esas instituciones sean “inclusivas” y no “extractivas”, de manera que haya una importante participación de los interesados en el nombramiento y en el control de los dirigentes y que estos, conscientes de su obligación y responsabilidad, actúen en beneficio de quienes les nombran con diligencia y eficacia y no se encierren en su torre de marfil, alejándose de la realidad y disfrutando de las comodidades del poder, que no son pocas. Si no, como tuve oportunidad de decirles a los compañeros en vivo, corremos el riesgo de que ocurra lo que dicen los autores de “Por qué fracasan las naciones” con aquéllas que no son capaces de permitir la renovación y la participación: el fracaso.
Y muchos compañeros, algunos presentes en las Jornadas y otros no, pensamos que nuestro órgano directivo, el Consejo General del Notariado, adolece al menos de algunos de esos males. El Consejo está formado por 17 decanos, uno por cada colegio, y cada colegio corresponde a una Comunidad Autónoma por lo que cada uno de ellos, por razones obvias, comprende un número muy diferente de notarios. Sin embargo, cada decano tiene un voto en el Consejo lo que, como puede entenderse, supone un cierto déficit de representatividad, importante en ciertas ocasiones. Por otro lado, no existe tampoco un medio de control o censura de la actuación del Consejo ni medios para exigir responsabilidad. Por ejemplo, nuestros primos los registradores disponen de elecciones directas de su presidente y equipo y la posibilidad de convocar una asamblea general de registradores para asuntos importantes. Y tanto es así que el año pasado se convocó una para tratar la reforma del registro civil y probablemente fue una de las causas de que se parara.
La consecuencia de nuestras carencias, como podrán ustedes suponer, es la falta de planificación eficaz de la actuación del Consejo, alarmante ausencia de transparencia, gasto suntuario excesivo incluyendo una polémica sobre las llamadas “compensaciones institucionales” de la cúpula (loa cargos en teoría son gratuitos, por lo que ello acabó desembocando en una sentencia anulatoria) y, cómo no, una incesante y fratricida lucha desde hace algunos años entre decanos en un “quítate tú que me pongo yo” que, obviamente, ha generado una gran inestabilidad que de hecho produjo hace pocos meses la dimisión de nuestro actual presidente, posteriormente revocada a consecuencia de un movimiento espontáneo de compañeros que es el que ha animado la celebración de estas Jornadas.
Y, en efecto, preocupados por esta grave situación, el pasado día 29 de marzo se han reunido en Málaga de una manera extraoficial para tratar todos estos asuntos nada menos que 236 notarios (un número muy importante, quizá mayor que el de los Congresos convocados por la corporación). La reunión fue un gran éxito, con intervenciones sinceras y emocionantes y mucho sentido común. Estuvieron presentes en la reunión, tanto el presidente como el vicepresidente del Consejo, así como varios decanos, que tuvieron que soportar las críticas de las bases notariales. Que se prestaran a eso, hay que decirlo, es positivo. Las conclusiones, aprobadas prácticamente por unanimidad, instaban a nuestros representantes a favorecer las reformas reglamentarias que permitan la existencia de un equipo directivo homogéneo, legitimado por un sistema de elección directa, que garantice simultáneamente la eficacia y la responsabilidad y que, mientras tales reformas se ultiman, el Consejo se contagie de ese espíritu democrático, convoque un Congreso oficial al efecto y caso de verse incapacitado para todo ello, todos sus componentes dimitan de sus cargos. Aquí se puede ver el resumen de las conclusiones.
Por supuesto, como no podía ser de otra manera, los editores de este blog estuvimos en las Jornadas interviniendo (menos uno, que tenía un compromiso anterior), a pesar de que ese mismo día nos entregaban el premio de Derecho en Red, del que ya dimos cuenta en el blog. La vida es así.
Como pueden ver, algo no muy distinto de lo que ocurre en otros sitios, pero nos cabe la satisfacción de decir que un nutrido grupo de compañeros están dispuestos a enterarse de la realidad y cambiar las cosas lo que, dicho sea de paso, nos deja ver un rayo de esperanza en el horizonte.

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